La felicidad sólo es real cuando se comparte
Sentada lo miro y pienso ¿quien es? ¿qué hago acá? ¿por qué estoy con él? ¿cuando fue que paso todo tan rápido?  Me mira, me sonríe y me pregunta que pasa que lo miro así, quiere saber que pienso cada vez que me quedo tildada observándolo. Y es que, en realidad, no puedo entender en que momento me convertí en un ser feliz, pleno y sonriente; en que momento esta persona vino a cambiarme la vida. Abrí los ojos y pasaron tres meses, volví a parpadear y me encontraba bajo sus brazos en la mesa familiar de mi casa, como si hubiese sido asi desde hace mucho tiempo, y lo cierto es que no. 
Tiene la mirada tranquila, esa que a mi nunca me sale (ni me va a salir), tiene el tacto para tranquilizar mi ansiedad y la fórmula exacta para conformarme ante cualquier capricho, me cuida como si fuese su responsabilidad y tiene una fuente de paciencia inagotable. Tiene todo lo que a mi me falta, nos complementamos de forma casi matemática.
 Aprendí con él a querer sanamente, por fin es recíproco, por fín el amor no se mendiga. 

No hay comentarios:

Gracias por leerme!!!

Datos personales

Mi foto
Buenos Aires, Argentina
No fumar sin desayuno

Archivo del blog