La felicidad sólo es real cuando se comparte
Hace días que quiero escribir acá sobre lo angustiada que me siento y no lo hice porque todavía no sé por qué me siento así o, mejor dicho, por quien.
  La vida se encarga de ponerme entre la espada y la pared cada vez que puede y resulta que nunca me deja un camino viable, ningún camino que elija va a ser fácil ni tampoco hay uno que me asegure ser mejor que el otro. Entonces me angustio y me hecho la culpa sobre la cuestión, pensando que podría haber evitado distintas situaciones, podría haber sido menos espontánea y pensar un poco más antes de vomitar palabras que ni yo sé si son verdaderas (hoy no estoy segura de nada) y me doy la cabeza una y mil veces tratando de decidir, de elegir un camino correcto y el mayor problema esta ahi, analizo la situación como si estuviese buscando un trabajo o una carrera universitaria y en realidad el que decide es el corazón en este tipo de cuestiones y si estoy tardando tanto en elegir es porque algo anda mal: no estoy enamorada. 
Tratar de decidir teniendole miedo al "destino" o al "¿Qué hubiese pasado si...?" es la práctica mas torturante para el cerebro que conocí jamás. Si fuese más fría, si me importaran menos los demás y me fijara mas en lo que yo quiero, si no fuese tan cagona, si pudiera dejar atrás a las personas más fácilmente todo sería distinto.
"No está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar" acaba de venir esa frase de mi banda al reproductor como arte de magia, mientras escribo esto en el blog y juro creer en esta magia. Frases como estas me dejan toda la noche pensando, después de todo dependiendo de la mochila que llevemos a cuestas, cada uno le encuentra un significado distinto a las canciones y se convierte en un refugio del masoquista, del pensante. Una excusa.   

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